Recordé todo el día, aquello de lo que hablaba Nietzsche sobre los enemigos y lo dignos que éstos deberían ser.
Me dio tanta pena ella, que nunca podría ser mi enemiga. A pesar de todo el odio que me profesa.
Su rostro horrible, su estupidez supina y la triste manera en la que intenta destrozarme, me apenan. No pretendo que alguien piense que me he vuelto filántropa. Tampoco necesito que alguien piense que necesito que entablen un altar a mi alrededor porque no soy capaz de odiar.
Ella siempre me habla. Sé que habla porque su boca se mueve. Pero nunca, nunca, he sabido qué es lo que dice.
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Una mujer se vana gloría de ser trapecista. Hace lentas piruetas y se parapeta en un lugarcito escueto.
Se veía linda en ese lugar casi inalcanzable, hasta que me empezó a hacer gracia. segundos después no puede para de gritar a la voz detrás del teléfono, que sufre problemas de escoliosis y que debería operarse de la columna. Y grita y se queja y lloriquea.
Pero ella misma me lo dijo recién es trapecista, es contorsionista, es de todo un poco. Seguro es de un circo. seguro vive colgada de los árboles y eso es genial